Hay muchos “mitos”sobre el ahorro energético que debido al avance de las tecnologías han quedado obsoletos, como llenar el lavavajillas y la lavadora para cada ciclo, desenchufar los electrodomésticos que no utilicemos, etc.
Pero para tener un verdadero ahorro energético, las claves son medir, controlar y conocer el consumo de cada vivienda para racionalizar al máximo tanto nuestros hábitos como los de nuestros electrodomésticos.
Por ejemplo, el paso a una potencia contratada menor y pasar a una tarifación con discriminación horaria puede permitir fácilmente un ahorro de entre el 10 y el 25% anual.
Para ello es esencial tener algún sistema de motorización de consumo eléctrico, controlando la demanda y para poder comprobar el consumo que tiene el hogar.
En las viviendas, los electrodomésticos de mayor consumo, son el frigorífico y la televisión. Por ejemplo se da mucha importancia a desenchufar la televisión cuando no se está utilizando, pero debido a la modernización en los hogares de este elemento, el consumo en modo de espera o “stand-by”, es irrelevante; siendo mucho más importante en el caso de aparatos como el lavavajillas o el aire acondicionado.
Sobre la nevera, es el mayor consumidor de energía en una vivienda, por lo que mantener buenas costumbres como no abrir la puerta con mucha frecuencia para coger o dejar cosas, no dejar la puerta abierta un rato o evitar poner comidas calientes en el interior, pueden repercutir significativamente en la factura eléctrica.
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