Uno de los quebraderos de cabeza para todos los hogares es la factura de la luz y todavía más en las épocas frías si la juntamos con la de gas.
Además el sistema de fijación del precio de la luz que el gobierno creía que iba a mejorar la situación está teniendo un efecto inverso ya que según FACUA el precio ha subido desde que se implantó en enero del 2014 un 18.3%.
Es debido a estas subidas que las personas se están preguntando como tener un mejor control sobre el consumo de sus viviendas y por lo tanto sobre el gasto.
Tras la aplicación de la fórmula para fijar el precio de la luz, las compañías empezaron a ofrecer a los consumidores una manera para despreocuparse, las tarifas planas.
Muy similares a las que encontramos en las telecomunicaciones, la propuesta es pagar un precio cerrado y fijo por unos kilovatios, se consuman o no; y aquí está el problema, ya que aunque se paga un fijo, en caso de que sobrepasemos el consumo contratado, estos kilovatios extras hay que abonarlos a final de año y a un precio elevado.
Así sólo vamos a ahorrar si contratamos la tarifa plana por los kilovatios que consumimos y nunca nos pasamos, algo bastante difícil.
La OCU está recomendando solo contratar la tarifa plana solo en los casos de la factura de la luz y siempre y cuando la potencia contratada sea elevada, desaconsejándolo para la factura del gas ya que a medio plazo no ayudan al ahorro.
Los expertos también también se oponen a este tipo de tarifas ya que en vez de fomentar un consumo responsable, se da carta blanca para un consumo desproporcionado sin tener en cuenta la factura de la luz.
Los pequeños trucos como controlar la temperatura, mantener puertas y ventanas cerradas y reforzar su aislamiento y no utilizar el radiador como un secador tendrán un efecto positivo a la hora de pagar la factura eléctrica.
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